Mi cuerpo palideció al ver sus ojos de odio.
Como cuchillas de acero sentí sobre mí,
clavándose hasta lo más hondo.
Ni una palabra... todo en silencio.
Sólo su odio y resentimiento me dejó.
¡Dios mío, que vacío por dentro!
Como un guiñapo sucio y roto,
así me siento...¡Nada!
Clavado quedó en mí su recuerdo.
¡Sólo soy un trapo viejo!
La esperanza desapareció en un instante, y la desilusión ocupó su lugar.
11 de abril de 1987
que hermoso y tan triste. un saludo.
ResponderEliminarGracias Mulier , sí, la verdad es que es un poco triste. Recuerdas, cuando te comenté sobre una de tus poesías , que te dije que me recordaba a una mía? Pues era esta. UN abrazo!
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